11 nov 2009

Despedida .:. Final

Mi mente me reclamaba a gritos que lo tocara. Solo necesitaba un pretexto. Y lo había encontrado. Su mano derecha, con la que cambiaba las velocidades portaba una pequeña esclava de oro. Esa fue la excusa perfecta. Aproxime mi mano izquierda para tocarlo, su piel seguía tibia.
-Tienes tus manos calientitas- comente apenada.
-¿Ah si?- volteo rápidamente, pues seguía manejando – Haber las tuyas – tomo mi mano entre la de él, me encanto ese gesto. – Pues el refresco ya no está tan frío – estiro la mano, soltándome para palpar el vaso.
-Nop- le dije. “Bueno ya deja el vaso, toma mi mano”, pensé.
Volvió a tomarme de la mano, recargándose sobre mi pierna. La sucia de mi mente, deseo deslizarla por entre ellas…
Parpadeé para alejar ese pensamiento.

De vez en vez rompía la unión de nuestras manos para cambiar la velocidad. Me estiraba lo más que podía para no soltarlo. Pero rápidamente volvía a tomar mi mano.
-Haber la otra- le tendí la otra mano. También la tenia fría, lo cual no logro explicarme, ya que hacia un calor infernal. Me sentí agradecida con mi cuerpo.
-Creo que está ya esta- no quería que me soltara y no lo hizo. Tomaba mi mano a cada oportunidad. Y yo deseaba que no solo mi mano fuera tomada, todo mi cuerpo quería ser “tomado”.
Mi escuela ya no quedaba muy lejos y todo ese acercamiento se terminaría. Me sentía molesta por no poder pasar más tiempo con él. Por lo cobarde que era.

Aparco el auto frente a la escuela. Mire un tanto triste al exterior.
-Pues gracias- decía, acomodando mis cosas.
-Si- respondió.
-¿Quieres otro chocolate?- le di otro de los dulcecillos que venían en el combo del cine.
-Gracias- lo tomo. Subí el seguro de la puerta.
-Argh, deja acomodo bien mi mochila- guarde mi suéter, haciéndolo muy lento.
-Gracias de nuevo- le di un beso en la mejilla.
-Luego yo te invitare a beber algo ¿eh?-
-Claro- sonrío.
-Perfecto. Pues nos vemos luego- me acerque a darle otro beso en la mejilla.
-Sí-
Tenía mi mano en la cerradura. Cuando mi ser sintió un impulso de adrenalina, valor… determinación.
Lo mire directo a los ojos, dispuesta a perderme en ellos. Acerque mi rostro al de él. Espere por alguna señal de rechazo o de algo que me hiciera regresar a mi lugar, pero no apareció. Seguí con el plan que se trazaba en mi mente poco a poco.
Moje mis labios, pasaba la mirada de sus ojos a sus exquisitos labios. Estaba ya tan cerca de él, que podía oler su aroma. Delicioso. Como si algo me aventara, choque con sus labios, me separe solo un poco para conocer su reacción. Había sido un beso muy corto, pero me era suficiente… al menos en esos momentos.

Me miraba. Intente decir algo pero… su boca sobre la mía, lo impedía. Con ambas manos en mi rostro me atraía hacia él. Mi respiración se agito. Sus besos me quitaban el aliento. Sus labios suaves me hacían flotar. Mi interior estaba en llamas. Quería probar su lengua, abrí un poco más mi boca, introduciendo mi lengua curiosa en la suya. Más que gustosa su lengua me dio la bienvenida; sonreía con mi boca pegada a la suya. Mis manos se dirigieron a sus piernas, su cuerpo se tenso un poco. Se me inflo el pecho de orgullo. Saber lo que mis manos le hacían a su cuerpo fue grandioso.

Mordía ligeramente mis labios y lengua. Haciéndome sentir entre las nubes. Con sus manos acariciaba mis orejas y cuello. Hizo que me empapara aun más cuando acaricio mi nuca. No pude contenerme y gemí un poco. Sentí como sonreía junto a mis labios. Entre tanta caricia, mordidas, jadeos y gemidos, el tiempo paso muy lento. Lo deseaba y él a mi. Ansíe su cuerpo mucho más, ahora que sabia lo bien me hacia sentir.

El claxon de un camión nos obligo a salir de esa excitante burbuja, de caricias y deseo. Se separo un poco, lo suficiente para mirarme. Relamió su boca, le sonreí. Estaba totalmente acalorada, mis mejillas ardían y mis labios palpitaban ligeramente, necesitando más de la droga de hace unos momentos.

Mantenía sus ojos en mí. Intentaba mantenerla también, pero sus ojos eran tan penetrantes que no pude más y la baje a sus labios. Dejándola ahí por unos segundos para subirla nuevamente a sus ojos.

Suspiro.
-Me has robado el aliento- dijo por fin. Sonreí más ampliamente. -¿Tienes que ir forzosamente a la escuela?- se escucho más como suplica que como pregunta, pero más que suplica era otra cosa, tenia otro sentido.
-Si, – tome su mano- tengo un examen importante.- quería dejarle claro que necesitaba seguir besándolo, tocándolo, jadeando por él. Me acerque más y lo bese, con renovada desesperación.

-Si sigues besándome así, perderás tu examen. – declaro picaramente, haciendo notar su agitada respiración. Asentí con la cabeza. – Pues vete, antes de que cambie de opinión…- tomo mi rostro y me beso. Dejándome perdida en su sabor. Por última vez mordió mis labios cuando estaba por alejarme. – Échale ganas- dijo antes de que saliera del auto. Muy a mi pesar y también al de él.
-Sip- salí y me despedí con la mano. Sonreía como estúpida al llegar al salón.
-¿Cómo te fue?- preguntaron mis amigas.
-Bien dicen que: “el que mucho se despide pocas ganas tiene de irse”- todas rieron sonoramente.

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