Ahora me doy cuenta que estas lejos, muy lejos de mí. El gran abismo entre nosotros cada día se hace más grande. Tu corazón no me pertenece. Y darme cuenta que nunca me perteneció es más doloroso que si lo tuviese un momento para después dejarlo ir. Creí poder soportar el vacío que dejas en el ahora mutilado corazón, pero la tristeza es más poderosa que yo.
Me invade la soledad. Tú cubrías un hueco en mi vida del que nunca imagine que podría llenar. Ahora con tu partida se me derrumba el mundo en el que vivía feliz.
Desearía que me vieras con la misma intensidad con la que la miras a ella. Intentando capturar, recordar cada uno de sus gestos, sus miradas; yo también tengo todo eso y más. Si me observaras solo un momento, descubrirías que junto a mi no existe el mundo, solo tu y yo.
Habría exterminado el mundo solo para lograr que me quisieras. Que compartieras tus sueños, tus buenos y malos momentos, por ser la que consolara tus pesadillas, la que te abrazara en tus días de tristeza, ser la razón de tus risas, la razón de tus suspiros, la razón de tu felicidad, la razón de la exquisita sensualidad de tu mirada.
Pero eso solo existe en mi mente, en mi imaginación. Quisiera tener la certeza de que existe alguien perfecto para mí. Tal como ya existe alguien para ti. Deseo que seas feliz, se que lo eres, aunque no seas feliz conmigo. Estuve a tu lado el tiempo necesario, solo el necesario para darme cuenta que tu no eres mi mitad.
Mi mitad faltante aun me busca y pronto me encontrara, lo se. Siento en mi interior una oleada de esperanza la misma que alguna vez me hiciste sentir. Creo que hasta más intensa. Se que por fin encontrare lo que siempre busque, mi corazón no puede esperar. No, no ahora que esta tan cerca…
29 nov 2009
Solo un ángel .: Segunda Parte
Una oleada de calor envolvió el cuerpo de Darien. Y al de ella también. Ruby no había conocido nunca a un tipo como él. Lo sombrío de sus aspecto lo hacia verse tan sexy. Ese abrigo negro y la camisa azul oscuro le quedaba tan bien, el pantalón de mezclilla, lo hacia verse informal pero elegante. Su cabello despeinado le daba un toque juvenil, noto que no había dormido, se aventuro a pensar que ese rojo de sus ojos no se debía a la falta de sueño, tal vez había estado llorando. Como sabría esta chica tantas cosas con solo mirarlo, el sexto sentido femenino supongo.
Tardaron un poco más de lo normal en soltarse. Ambos apenados. “Vamos hombre, dile tu nombre” una voz en su mente grito.
-Darien, mucho gusto. Gracias por salvar mi vida- esa frase englobaba tanto el haberlo salvado de la muerte por un auto y el haberlo salvado de vivir como zombi, por “ella”. Le sonrío apenada.
-De nada- “cuando quieras” pensó. Se ruborizo al pensar eso, jamás se había sentido así de atraída por nadie, ni por su exnovio. Llego a su memoria su primera vez, inexperta como todos, sudando, gritando, pidiendo más. Deseaba saber que era el placer con este ya no tan desconocido hombre. Mordió su labio.
El corazón de Darien aun no se calmaba. Pedía a gritos el cuerpo desnudo de Ruby. Ruby… una imagen de piel desnuda en su cama floto en su cerebro.
“Invítala a comer, idiota” su mente le reclamaba. “vamos, no seas tonto, esta chica es hermosa” decía su cabeza.
-Quieres…- su lengua le jugaba una mala pasada, había olvidado como hablar.- digo, quieres… este, ¿tomar algo…?- por fin junto las palabras. “Idiota, la asustaras hablando como invesil” grito de nuevo su mente.
-Ah. Lo siento, no puedo-. En verdad que se sentía mal por no poder aceptar su invitación, su amiga Thesa, se había puesto a pelear nuevamente con su novio, el invesil rubio con el que tantas veces discutía y regresaban en una desenfrenada lucha de sudor y jadeos.
-Oh, descuida…- de nuevo rechazado. No era su día, pensó.
-Adiós- se despidió Ruby con la mano, cruzo la calle y se alejo.
Darien la vio caminar, vio como se movían sus caderas y la necesito aun más. ¿Debería seguirla? No, claro que no, eso era de locos. Pero, él si estaba loco, loco por completo por ella. Su nueva “ella”. El pasado se borro por completo de su cabeza. Camino de nuevo, esperanzado con encontrarse de nuevo a Ruby y pedirle su número telefónico, que idiota, ni se le ocurrió pedírselo.
Sus pasos se aceleraron tanto como sus latidos. Su corazón lo guiaba ahora.
-Hey, tontuelo- esa voz era inconfundible. Era Josie, su pequeña mejor amiga. Estaba parada atrás de él, con lo típico: un frappe. Su cabello muy despeinado incluso más que el de él, le dio risa, haciéndola ver como si acabara de levantarse de la cama.
-¿Qué tal?- le daba gusto verla, pero no tenia cara por haber rechazado su oferta de salir con todos los amigos.
-Así qué… dime que te pasa-, su voz era acusadora, pero amistosa - se que te pasa algo, anda dímelo- lo invitaba, dio otro sorbo a su frappe.
-Pues, cosas…- no estaba de humor para contar sus secretos. Pero Josie lo entendería, siempre lo hacia.
- Mi chica me dejo- solo era eso, pensó él, tanto abatimiento por eso. Pero es que nadie lo entendía, se sentía vacío, solo, desgarrado… o eso sentía hace unos minutos antes de que su ángel lo salvara.
-Ah…pues no te ves tan triste- río picadamente. Él sonrío, sabia que Josie era bruja o algo, siempre descubría cualquier cosa, aun con los ojos cerrados. Alzo sus hombros...
-No voltees, pero todas las chicas de la cafetería te miran- sus ojos se abrieron más y su rostro se volvió algo más que burlón. Así era ella, demasiado sincera, pecando en lo cínica. Por eso eran tan amigos, por el simple hecho de que Josie no se quedaba con las verdades. Decía lo que sentía, a quien fuera y donde fuera.
-En serio…- entrecerró los ojos. Aun sonriendo. –Vamos, entremos por un café, hace frío- le hacia mucha falta platicar con ella, le hizo olvidar su búsqueda. Si el destino quería que la encontrara de nuevo, lo haría.
Entraron al lugar inundado por un aroma a café. Se sentaron al fondo del local. Era verdad, Josie jamás mentía, las chicas lo miraban descaradamente, lo violaban literalmente. Josie caminaba a su lado divertida, mirando a las chicas que al encontrarse con esos ojos café oscuros, rápidamente desviaban la mirada.
Tomaron asiento y la mesera se acerco a ellos con una sonrisa en los labios.
-Hola, bienvenidos. ¿En que les pudo servir?- “te serviría a ti, como quisieras”, en serio que estas tipas se sentían tan atraídas por Darien que era pecado todo lo que pensaban. Los miro a los dos. Tardando más mirando a Darien. Josie aun sonreía.
-Hola, si gracias… un capuchino. ¿Quieres algo Josie?- volteo a ver a su amiga. Tenía un poco de frappe en su vaso, pero seguro que seria una plática larga. –Otro frappe.
-Bien, en unos minutos les traigo su orden- dio medio vuelta y parecía que se desarmaría la chica, movía las caderas solo para que él la mirara. Josie alzo una ceja, seguía divertida.
-¡Vaya! Si no sales manoseado de aquí, creeré en los milagros- soltó una carcajada.
-¿Por qué dices eso?- se extraño.
-Por como se movía la mesera, por cierto se llama: Sofía. No tiene nombre de loca, pero podría llegar a serlo con tal de que la toques-, río desenfrenadamente de nuevo, ahora Darien se unió a las risas.
Tardaron un poco más de lo normal en soltarse. Ambos apenados. “Vamos hombre, dile tu nombre” una voz en su mente grito.
-Darien, mucho gusto. Gracias por salvar mi vida- esa frase englobaba tanto el haberlo salvado de la muerte por un auto y el haberlo salvado de vivir como zombi, por “ella”. Le sonrío apenada.
-De nada- “cuando quieras” pensó. Se ruborizo al pensar eso, jamás se había sentido así de atraída por nadie, ni por su exnovio. Llego a su memoria su primera vez, inexperta como todos, sudando, gritando, pidiendo más. Deseaba saber que era el placer con este ya no tan desconocido hombre. Mordió su labio.
El corazón de Darien aun no se calmaba. Pedía a gritos el cuerpo desnudo de Ruby. Ruby… una imagen de piel desnuda en su cama floto en su cerebro.
“Invítala a comer, idiota” su mente le reclamaba. “vamos, no seas tonto, esta chica es hermosa” decía su cabeza.
-Quieres…- su lengua le jugaba una mala pasada, había olvidado como hablar.- digo, quieres… este, ¿tomar algo…?- por fin junto las palabras. “Idiota, la asustaras hablando como invesil” grito de nuevo su mente.
-Ah. Lo siento, no puedo-. En verdad que se sentía mal por no poder aceptar su invitación, su amiga Thesa, se había puesto a pelear nuevamente con su novio, el invesil rubio con el que tantas veces discutía y regresaban en una desenfrenada lucha de sudor y jadeos.
-Oh, descuida…- de nuevo rechazado. No era su día, pensó.
-Adiós- se despidió Ruby con la mano, cruzo la calle y se alejo.
Darien la vio caminar, vio como se movían sus caderas y la necesito aun más. ¿Debería seguirla? No, claro que no, eso era de locos. Pero, él si estaba loco, loco por completo por ella. Su nueva “ella”. El pasado se borro por completo de su cabeza. Camino de nuevo, esperanzado con encontrarse de nuevo a Ruby y pedirle su número telefónico, que idiota, ni se le ocurrió pedírselo.
Sus pasos se aceleraron tanto como sus latidos. Su corazón lo guiaba ahora.
-Hey, tontuelo- esa voz era inconfundible. Era Josie, su pequeña mejor amiga. Estaba parada atrás de él, con lo típico: un frappe. Su cabello muy despeinado incluso más que el de él, le dio risa, haciéndola ver como si acabara de levantarse de la cama.
-¿Qué tal?- le daba gusto verla, pero no tenia cara por haber rechazado su oferta de salir con todos los amigos.
-Así qué… dime que te pasa-, su voz era acusadora, pero amistosa - se que te pasa algo, anda dímelo- lo invitaba, dio otro sorbo a su frappe.
-Pues, cosas…- no estaba de humor para contar sus secretos. Pero Josie lo entendería, siempre lo hacia.
- Mi chica me dejo- solo era eso, pensó él, tanto abatimiento por eso. Pero es que nadie lo entendía, se sentía vacío, solo, desgarrado… o eso sentía hace unos minutos antes de que su ángel lo salvara.
-Ah…pues no te ves tan triste- río picadamente. Él sonrío, sabia que Josie era bruja o algo, siempre descubría cualquier cosa, aun con los ojos cerrados. Alzo sus hombros...
-No voltees, pero todas las chicas de la cafetería te miran- sus ojos se abrieron más y su rostro se volvió algo más que burlón. Así era ella, demasiado sincera, pecando en lo cínica. Por eso eran tan amigos, por el simple hecho de que Josie no se quedaba con las verdades. Decía lo que sentía, a quien fuera y donde fuera.
-En serio…- entrecerró los ojos. Aun sonriendo. –Vamos, entremos por un café, hace frío- le hacia mucha falta platicar con ella, le hizo olvidar su búsqueda. Si el destino quería que la encontrara de nuevo, lo haría.
Entraron al lugar inundado por un aroma a café. Se sentaron al fondo del local. Era verdad, Josie jamás mentía, las chicas lo miraban descaradamente, lo violaban literalmente. Josie caminaba a su lado divertida, mirando a las chicas que al encontrarse con esos ojos café oscuros, rápidamente desviaban la mirada.
Tomaron asiento y la mesera se acerco a ellos con una sonrisa en los labios.
-Hola, bienvenidos. ¿En que les pudo servir?- “te serviría a ti, como quisieras”, en serio que estas tipas se sentían tan atraídas por Darien que era pecado todo lo que pensaban. Los miro a los dos. Tardando más mirando a Darien. Josie aun sonreía.
-Hola, si gracias… un capuchino. ¿Quieres algo Josie?- volteo a ver a su amiga. Tenía un poco de frappe en su vaso, pero seguro que seria una plática larga. –Otro frappe.
-Bien, en unos minutos les traigo su orden- dio medio vuelta y parecía que se desarmaría la chica, movía las caderas solo para que él la mirara. Josie alzo una ceja, seguía divertida.
-¡Vaya! Si no sales manoseado de aquí, creeré en los milagros- soltó una carcajada.
-¿Por qué dices eso?- se extraño.
-Por como se movía la mesera, por cierto se llama: Sofía. No tiene nombre de loca, pero podría llegar a serlo con tal de que la toques-, río desenfrenadamente de nuevo, ahora Darien se unió a las risas.
20 nov 2009
17 nov 2009
Solo un ángel .:. Primera Parte
Aplastado. Era la palabra correcta para definir como se sentía, pensaba Darien mientras caminaba por las calles de la ciudad. No tenia ganas de convivir con nadie. Hace dos días había rechazado la invitación de su mejor amiga, Josie, para ir a bailar y tomar algunos tragos. “Los siento Josie, no tengo tiempo, estoy ocupado” esa fue la excusa para zafarse de ella. Siempre se había llevado bien con ella, estar a su lado le levantaba el ánimo, pero ahora no quería aburrirla con sus tonterías.
Caminaba sin rumbo. No le importaba si se atrasaba en llegar a casa, no quería pensar en nada, ni en nadie. Especialmente en “ella”. Su mente se negaba a pensar en “ella”. No quería volver a derramar lágrimas. No creía poder hacerlo más. Simplemente su corazón estaba cansado, cansado de tanto dolor. Tanto sufrimiento. Se decía a si mismo intentando convencerse que ya pasaría, que así era la vida, pero una vida sin ella, era… inconcebible.
“Mmm… hola guapo”, pensaban las chicas que pasaban a su lado. Tan entrado en su melancolía se encontraba Darien que ni cuenta se daba que las chicas lo desnudaban con la mirada, eso debería ser ilegal.
Caminaba sin rumbo. No le importaba si se atrasaba en llegar a casa, no quería pensar en nada, ni en nadie. Especialmente en “ella”. Su mente se negaba a pensar en “ella”. No quería volver a derramar lágrimas. No creía poder hacerlo más. Simplemente su corazón estaba cansado, cansado de tanto dolor. Tanto sufrimiento. Se decía a si mismo intentando convencerse que ya pasaría, que así era la vida, pero una vida sin ella, era… inconcebible.
“Mmm… hola guapo”, pensaban las chicas que pasaban a su lado. Tan entrado en su melancolía se encontraba Darien que ni cuenta se daba que las chicas lo desnudaban con la mirada, eso debería ser ilegal.
-¡¡Heeey!!- grito alguien a su lado. Jalándolo del brazo hizo que diera un paso atrás.
-¿Que no te fijas que esta el verde?- así era, por poco era atropellado por un auto.
-Lo siento no me fije- su voz aun era apagada, cualquiera que lo conociera sabría que algo estaba mal en él. Siempre era demasiado feliz, irradiaba alegría, todo él era contagioso.
La misteriosa voz provenía de una chica de cabello largo oscuro, un poco ondulado. De estatura mediana. Darien dirigió su mirada hacia aquella voz y de inmediato sus ojos se encontraron con los de ella. Un par de ojos color miel le regresaban la mirada. Una media sonrisa se trazo en los labios de la chica. El interior de Darien comenzó a arder. Intento hablar, pero aquella belleza lo deslumbraba. El viento hacia que el cabello de la chica se levantara sensualmente al rededor de su cabeza.
-Ten los ojos abiertos la próxima vez- la voz de aquella mujer, (porque eso era: una mujer. Una mujer que Darien estaba loco por poseer) despertaba en él pasiones que creyó haber perdido para siempre – Por cierto, me llamo Ruby – estiro su mano, él tardo en contestarle el gesto, una leve mueca de confusión se formo en el rostro de la chica, que la hacia verse más linda. Darien no le podía quitar la vista de encima, toda ella era hermosa. Labios algo carnosos, mejillas sonrosadas, pestañas largas, sonrisa seductora e irresistible. Su cuerpo, delgado, con todo en su lugar despertaría la lujuria en cualquiera. Después de segundos de distracción, debido a su presencia, estiro la mano para estrecharla.
11 nov 2009
Despedida .:. Final
Mi mente me reclamaba a gritos que lo tocara. Solo necesitaba un pretexto. Y lo había encontrado. Su mano derecha, con la que cambiaba las velocidades portaba una pequeña esclava de oro. Esa fue la excusa perfecta. Aproxime mi mano izquierda para tocarlo, su piel seguía tibia.
-Tienes tus manos calientitas- comente apenada.
-¿Ah si?- volteo rápidamente, pues seguía manejando – Haber las tuyas – tomo mi mano entre la de él, me encanto ese gesto. – Pues el refresco ya no está tan frío – estiro la mano, soltándome para palpar el vaso.
-Nop- le dije. “Bueno ya deja el vaso, toma mi mano”, pensé.
Volvió a tomarme de la mano, recargándose sobre mi pierna. La sucia de mi mente, deseo deslizarla por entre ellas…
Parpadeé para alejar ese pensamiento.
De vez en vez rompía la unión de nuestras manos para cambiar la velocidad. Me estiraba lo más que podía para no soltarlo. Pero rápidamente volvía a tomar mi mano.
-Haber la otra- le tendí la otra mano. También la tenia fría, lo cual no logro explicarme, ya que hacia un calor infernal. Me sentí agradecida con mi cuerpo.
-Creo que está ya esta- no quería que me soltara y no lo hizo. Tomaba mi mano a cada oportunidad. Y yo deseaba que no solo mi mano fuera tomada, todo mi cuerpo quería ser “tomado”.
Mi escuela ya no quedaba muy lejos y todo ese acercamiento se terminaría. Me sentía molesta por no poder pasar más tiempo con él. Por lo cobarde que era.
Aparco el auto frente a la escuela. Mire un tanto triste al exterior.
-Pues gracias- decía, acomodando mis cosas.
-Si- respondió.
-¿Quieres otro chocolate?- le di otro de los dulcecillos que venían en el combo del cine.
-Gracias- lo tomo. Subí el seguro de la puerta.
-Argh, deja acomodo bien mi mochila- guarde mi suéter, haciéndolo muy lento.
-Gracias de nuevo- le di un beso en la mejilla.
-Luego yo te invitare a beber algo ¿eh?-
-Claro- sonrío.
-Perfecto. Pues nos vemos luego- me acerque a darle otro beso en la mejilla.
-Sí-
Tenía mi mano en la cerradura. Cuando mi ser sintió un impulso de adrenalina, valor… determinación.
Lo mire directo a los ojos, dispuesta a perderme en ellos. Acerque mi rostro al de él. Espere por alguna señal de rechazo o de algo que me hiciera regresar a mi lugar, pero no apareció. Seguí con el plan que se trazaba en mi mente poco a poco.
Moje mis labios, pasaba la mirada de sus ojos a sus exquisitos labios. Estaba ya tan cerca de él, que podía oler su aroma. Delicioso. Como si algo me aventara, choque con sus labios, me separe solo un poco para conocer su reacción. Había sido un beso muy corto, pero me era suficiente… al menos en esos momentos.
Me miraba. Intente decir algo pero… su boca sobre la mía, lo impedía. Con ambas manos en mi rostro me atraía hacia él. Mi respiración se agito. Sus besos me quitaban el aliento. Sus labios suaves me hacían flotar. Mi interior estaba en llamas. Quería probar su lengua, abrí un poco más mi boca, introduciendo mi lengua curiosa en la suya. Más que gustosa su lengua me dio la bienvenida; sonreía con mi boca pegada a la suya. Mis manos se dirigieron a sus piernas, su cuerpo se tenso un poco. Se me inflo el pecho de orgullo. Saber lo que mis manos le hacían a su cuerpo fue grandioso.
Mordía ligeramente mis labios y lengua. Haciéndome sentir entre las nubes. Con sus manos acariciaba mis orejas y cuello. Hizo que me empapara aun más cuando acaricio mi nuca. No pude contenerme y gemí un poco. Sentí como sonreía junto a mis labios. Entre tanta caricia, mordidas, jadeos y gemidos, el tiempo paso muy lento. Lo deseaba y él a mi. Ansíe su cuerpo mucho más, ahora que sabia lo bien me hacia sentir.
El claxon de un camión nos obligo a salir de esa excitante burbuja, de caricias y deseo. Se separo un poco, lo suficiente para mirarme. Relamió su boca, le sonreí. Estaba totalmente acalorada, mis mejillas ardían y mis labios palpitaban ligeramente, necesitando más de la droga de hace unos momentos.
Mantenía sus ojos en mí. Intentaba mantenerla también, pero sus ojos eran tan penetrantes que no pude más y la baje a sus labios. Dejándola ahí por unos segundos para subirla nuevamente a sus ojos.
Suspiro.
-Me has robado el aliento- dijo por fin. Sonreí más ampliamente. -¿Tienes que ir forzosamente a la escuela?- se escucho más como suplica que como pregunta, pero más que suplica era otra cosa, tenia otro sentido.
-Si, – tome su mano- tengo un examen importante.- quería dejarle claro que necesitaba seguir besándolo, tocándolo, jadeando por él. Me acerque más y lo bese, con renovada desesperación.
-Si sigues besándome así, perderás tu examen. – declaro picaramente, haciendo notar su agitada respiración. Asentí con la cabeza. – Pues vete, antes de que cambie de opinión…- tomo mi rostro y me beso. Dejándome perdida en su sabor. Por última vez mordió mis labios cuando estaba por alejarme. – Échale ganas- dijo antes de que saliera del auto. Muy a mi pesar y también al de él.
-Sip- salí y me despedí con la mano. Sonreía como estúpida al llegar al salón.
-¿Cómo te fue?- preguntaron mis amigas.
-Bien dicen que: “el que mucho se despide pocas ganas tiene de irse”- todas rieron sonoramente.
-Tienes tus manos calientitas- comente apenada.
-¿Ah si?- volteo rápidamente, pues seguía manejando – Haber las tuyas – tomo mi mano entre la de él, me encanto ese gesto. – Pues el refresco ya no está tan frío – estiro la mano, soltándome para palpar el vaso.
-Nop- le dije. “Bueno ya deja el vaso, toma mi mano”, pensé.
Volvió a tomarme de la mano, recargándose sobre mi pierna. La sucia de mi mente, deseo deslizarla por entre ellas…
Parpadeé para alejar ese pensamiento.
De vez en vez rompía la unión de nuestras manos para cambiar la velocidad. Me estiraba lo más que podía para no soltarlo. Pero rápidamente volvía a tomar mi mano.
-Haber la otra- le tendí la otra mano. También la tenia fría, lo cual no logro explicarme, ya que hacia un calor infernal. Me sentí agradecida con mi cuerpo.
-Creo que está ya esta- no quería que me soltara y no lo hizo. Tomaba mi mano a cada oportunidad. Y yo deseaba que no solo mi mano fuera tomada, todo mi cuerpo quería ser “tomado”.
Mi escuela ya no quedaba muy lejos y todo ese acercamiento se terminaría. Me sentía molesta por no poder pasar más tiempo con él. Por lo cobarde que era.
Aparco el auto frente a la escuela. Mire un tanto triste al exterior.
-Pues gracias- decía, acomodando mis cosas.
-Si- respondió.
-¿Quieres otro chocolate?- le di otro de los dulcecillos que venían en el combo del cine.
-Gracias- lo tomo. Subí el seguro de la puerta.
-Argh, deja acomodo bien mi mochila- guarde mi suéter, haciéndolo muy lento.
-Gracias de nuevo- le di un beso en la mejilla.
-Luego yo te invitare a beber algo ¿eh?-
-Claro- sonrío.
-Perfecto. Pues nos vemos luego- me acerque a darle otro beso en la mejilla.
-Sí-
Tenía mi mano en la cerradura. Cuando mi ser sintió un impulso de adrenalina, valor… determinación.
Lo mire directo a los ojos, dispuesta a perderme en ellos. Acerque mi rostro al de él. Espere por alguna señal de rechazo o de algo que me hiciera regresar a mi lugar, pero no apareció. Seguí con el plan que se trazaba en mi mente poco a poco.
Moje mis labios, pasaba la mirada de sus ojos a sus exquisitos labios. Estaba ya tan cerca de él, que podía oler su aroma. Delicioso. Como si algo me aventara, choque con sus labios, me separe solo un poco para conocer su reacción. Había sido un beso muy corto, pero me era suficiente… al menos en esos momentos.
Me miraba. Intente decir algo pero… su boca sobre la mía, lo impedía. Con ambas manos en mi rostro me atraía hacia él. Mi respiración se agito. Sus besos me quitaban el aliento. Sus labios suaves me hacían flotar. Mi interior estaba en llamas. Quería probar su lengua, abrí un poco más mi boca, introduciendo mi lengua curiosa en la suya. Más que gustosa su lengua me dio la bienvenida; sonreía con mi boca pegada a la suya. Mis manos se dirigieron a sus piernas, su cuerpo se tenso un poco. Se me inflo el pecho de orgullo. Saber lo que mis manos le hacían a su cuerpo fue grandioso.
Mordía ligeramente mis labios y lengua. Haciéndome sentir entre las nubes. Con sus manos acariciaba mis orejas y cuello. Hizo que me empapara aun más cuando acaricio mi nuca. No pude contenerme y gemí un poco. Sentí como sonreía junto a mis labios. Entre tanta caricia, mordidas, jadeos y gemidos, el tiempo paso muy lento. Lo deseaba y él a mi. Ansíe su cuerpo mucho más, ahora que sabia lo bien me hacia sentir.
El claxon de un camión nos obligo a salir de esa excitante burbuja, de caricias y deseo. Se separo un poco, lo suficiente para mirarme. Relamió su boca, le sonreí. Estaba totalmente acalorada, mis mejillas ardían y mis labios palpitaban ligeramente, necesitando más de la droga de hace unos momentos.
Mantenía sus ojos en mí. Intentaba mantenerla también, pero sus ojos eran tan penetrantes que no pude más y la baje a sus labios. Dejándola ahí por unos segundos para subirla nuevamente a sus ojos.
Suspiro.
-Me has robado el aliento- dijo por fin. Sonreí más ampliamente. -¿Tienes que ir forzosamente a la escuela?- se escucho más como suplica que como pregunta, pero más que suplica era otra cosa, tenia otro sentido.
-Si, – tome su mano- tengo un examen importante.- quería dejarle claro que necesitaba seguir besándolo, tocándolo, jadeando por él. Me acerque más y lo bese, con renovada desesperación.
-Si sigues besándome así, perderás tu examen. – declaro picaramente, haciendo notar su agitada respiración. Asentí con la cabeza. – Pues vete, antes de que cambie de opinión…- tomo mi rostro y me beso. Dejándome perdida en su sabor. Por última vez mordió mis labios cuando estaba por alejarme. – Échale ganas- dijo antes de que saliera del auto. Muy a mi pesar y también al de él.
-Sip- salí y me despedí con la mano. Sonreía como estúpida al llegar al salón.
-¿Cómo te fue?- preguntaron mis amigas.
-Bien dicen que: “el que mucho se despide pocas ganas tiene de irse”- todas rieron sonoramente.
5 nov 2009
Despedida .:. Primera Parte
Lo mire y le sonreí, él devolvió el gesto y subimos a su auto. Estar junto a él me hacia sentir cosquillas en el estomago. Tenía la necesidad de tumbarlo en el asiento trasero y hacerlo en cuerpo y alma completamente mío. Solo mío.
Evitaba las miradas directas a sus ojos, pues estaba segura que me derretiría ante ellos. Entretenía mis manos estrujando mi suéter, no podía dejarlas libres, porque sabia que se lanzarían a él, al encuentro de su cuerpo… de todo su ser.
Entramos en la oscuridad del cine y yo lo único que ansiaba era poder saborear esos labios. Luego de sentarnos, me acerque a él y el calor de su cuerpo me envolvió. El roce de mi mano con la suya me ponía nerviosa, pero no podía dejar de hacerlo. Necesitaba de esos pequeños contactos a cada momento. No podía evitarlo, lo deseaba y él tenía que saberlo. De reojo lo miraba y sonreía como tonta. Por mi mente jamás atravesó la idea de llegar a sentir todo aquello que despertaba en mi cuerpo: deseo, pasión, lujuria...
Note de pronto que ya no comía palomitas, quizás la película ya lo había aburrido o cualquier cosa pasaba por su mente ajena a este momento.
Mi cuerpo quería estar perdido, perdido entre esos labios, saboreando cada parte de su ser. Necesitaba sentir sus grandes manos en mi piel. Que su lengua jugara con la mía… necesitaba todo, todo de él.
Empecé a darle palomitas directo a su boca, rozar sus labios con la punta de mis dedos hacia sentir ardor en mi cuerpo. Y eso me excitaba. Tomo mi mano y beso mis dedos tan seductoramente que sentí que me humedecía de inmediato. El simple roce de sus labios en mis dedos me hacia alucinar. Moje mis labios y lo miraba con ojos llenos de deseo. Me regresaba la mirada de la misma forma con la que yo lo veía. Embriagada en deseo y pasión. Lamió sus labios, y la calidez y humedad de su lengua toco levemente mis dedos, llenándome de nuevo de miles de cosquilleos.
Me moví en el asiento simulando acomodarme, pero lo hacia solo para intentar que aquellos sucios pensamientos que rondaban mi mente se alejaran un poco, pero era sumamente difícil, ya que sentía su aliento tibio sobre mi mano. Beso nuevamente mi mano y sonrío. Mordí mi labio inferior, necesitando demasiado de su sabor; mi corazón palpitaba alocado, amenazando con salirse de mi pecho.
Repentinamente soltó mi mano y por alguna extraña razón le dio mucha importancia a lo que sucedía en la película. Fruncí el ceño mirándolo extrañada por esa reacción. Quise saber porque la veía tan interesado, pose la mirada al frente. Vaya, ahora sabia porque estaba tan interesado: la protagonista besaba con absoluta pasión al tipo que intentaba seducir (casi como yo besaría a mi acompañante sino fuera tan cobarde en importantes ocasiones: como en estos momentos) para después comérselo. Sonreí un poco por ese pensamiento, dejando mi mano descansando encima de mi pierna derecha.
-Hey, no te duermas- dijo divertido, volteando su rostro hacia mi.
Me limite a sonreírle.
Tal como yo había hecho, comenzó a darme palomitas a la boca. Con lo cual mi ritmo cardiaco se acelero. Sentía sus dedos rozar mis labios y la piel se me enchinaba. Las mejillas me ardían cada vez que sentía sus dedos cerca. Una de tantas veces que acercaba sus manos a mi boca, rodó una palomita por mi pecho. Y él juguetonamente la tomo, haciendo que mi corazón amenazara con detenerse.
-Lo siento- dijo, llevándose la palomita a la boca. Asentí con la cabeza.
El silencio de nuevo hizo acto de presencia. Quería acercarme más a él y hacerlo mío, pero era tan cobarde. Sentí la boca seca, tome un sorbo de refresco.
-Dame un poco de eso, ¿si?- susurró a mi oído.
-Ajá- gire un poco para acercarle el refresco, tomándolo de la mejilla con mi mano izquierda. Su piel era tan cálida, con ligeras señales de barba. Ese contacto me estremeció y lo deseé aun más. Como una niña tonta quise ser el popote, para que esos labios carnosos me tocaran. Sonreí bobamente.
-Estás fría- hablo cuando término de beber.
-Ah… si, un poco- aleje rápido mi mano. No quería que mi frialdad lo molestara.
Seguimos en silencio. Por fin la tortura había terminado. Tan cerca y a la vez tan lejos de su cuerpo. Se encendieron las luces, salimos de la sala y del cine.
-¿Qué te pareció la película? ¿Te gusto?-
-Pues… pudo haber estado mejor- decía más calificándome a mi, que a la película, - pero, estuvo buena- sonreí - ¿A ti? – lo mire.
-Pensé que seria de terror; las de terror no me gustan me dan miedo – sonreí. Que aceptara sus temores lo hacia verse más atractivo. – Estuvo bien- concluyo.
Nos dirigimos al estacionamiento. Saco su celular del bolsillo del pantalón.
-¿Es nuevo? – pregunte.
-No, ya es viejito, pero me gusta- me tendió la mano para que lo tomara.
Abrió la puerta del copiloto y subí. Se dirigió hacia el otro lado. Subió, se coloco el cinturón, hice lo mismo, le devolví el celular y salimos del lugar.
Evitaba las miradas directas a sus ojos, pues estaba segura que me derretiría ante ellos. Entretenía mis manos estrujando mi suéter, no podía dejarlas libres, porque sabia que se lanzarían a él, al encuentro de su cuerpo… de todo su ser.
Entramos en la oscuridad del cine y yo lo único que ansiaba era poder saborear esos labios. Luego de sentarnos, me acerque a él y el calor de su cuerpo me envolvió. El roce de mi mano con la suya me ponía nerviosa, pero no podía dejar de hacerlo. Necesitaba de esos pequeños contactos a cada momento. No podía evitarlo, lo deseaba y él tenía que saberlo. De reojo lo miraba y sonreía como tonta. Por mi mente jamás atravesó la idea de llegar a sentir todo aquello que despertaba en mi cuerpo: deseo, pasión, lujuria...
Note de pronto que ya no comía palomitas, quizás la película ya lo había aburrido o cualquier cosa pasaba por su mente ajena a este momento.
Mi cuerpo quería estar perdido, perdido entre esos labios, saboreando cada parte de su ser. Necesitaba sentir sus grandes manos en mi piel. Que su lengua jugara con la mía… necesitaba todo, todo de él.
Empecé a darle palomitas directo a su boca, rozar sus labios con la punta de mis dedos hacia sentir ardor en mi cuerpo. Y eso me excitaba. Tomo mi mano y beso mis dedos tan seductoramente que sentí que me humedecía de inmediato. El simple roce de sus labios en mis dedos me hacia alucinar. Moje mis labios y lo miraba con ojos llenos de deseo. Me regresaba la mirada de la misma forma con la que yo lo veía. Embriagada en deseo y pasión. Lamió sus labios, y la calidez y humedad de su lengua toco levemente mis dedos, llenándome de nuevo de miles de cosquilleos.
Me moví en el asiento simulando acomodarme, pero lo hacia solo para intentar que aquellos sucios pensamientos que rondaban mi mente se alejaran un poco, pero era sumamente difícil, ya que sentía su aliento tibio sobre mi mano. Beso nuevamente mi mano y sonrío. Mordí mi labio inferior, necesitando demasiado de su sabor; mi corazón palpitaba alocado, amenazando con salirse de mi pecho.
Repentinamente soltó mi mano y por alguna extraña razón le dio mucha importancia a lo que sucedía en la película. Fruncí el ceño mirándolo extrañada por esa reacción. Quise saber porque la veía tan interesado, pose la mirada al frente. Vaya, ahora sabia porque estaba tan interesado: la protagonista besaba con absoluta pasión al tipo que intentaba seducir (casi como yo besaría a mi acompañante sino fuera tan cobarde en importantes ocasiones: como en estos momentos) para después comérselo. Sonreí un poco por ese pensamiento, dejando mi mano descansando encima de mi pierna derecha.
-Hey, no te duermas- dijo divertido, volteando su rostro hacia mi.
Me limite a sonreírle.
Tal como yo había hecho, comenzó a darme palomitas a la boca. Con lo cual mi ritmo cardiaco se acelero. Sentía sus dedos rozar mis labios y la piel se me enchinaba. Las mejillas me ardían cada vez que sentía sus dedos cerca. Una de tantas veces que acercaba sus manos a mi boca, rodó una palomita por mi pecho. Y él juguetonamente la tomo, haciendo que mi corazón amenazara con detenerse.
-Lo siento- dijo, llevándose la palomita a la boca. Asentí con la cabeza.
El silencio de nuevo hizo acto de presencia. Quería acercarme más a él y hacerlo mío, pero era tan cobarde. Sentí la boca seca, tome un sorbo de refresco.
-Dame un poco de eso, ¿si?- susurró a mi oído.
-Ajá- gire un poco para acercarle el refresco, tomándolo de la mejilla con mi mano izquierda. Su piel era tan cálida, con ligeras señales de barba. Ese contacto me estremeció y lo deseé aun más. Como una niña tonta quise ser el popote, para que esos labios carnosos me tocaran. Sonreí bobamente.
-Estás fría- hablo cuando término de beber.
-Ah… si, un poco- aleje rápido mi mano. No quería que mi frialdad lo molestara.
Seguimos en silencio. Por fin la tortura había terminado. Tan cerca y a la vez tan lejos de su cuerpo. Se encendieron las luces, salimos de la sala y del cine.
-¿Qué te pareció la película? ¿Te gusto?-
-Pues… pudo haber estado mejor- decía más calificándome a mi, que a la película, - pero, estuvo buena- sonreí - ¿A ti? – lo mire.
-Pensé que seria de terror; las de terror no me gustan me dan miedo – sonreí. Que aceptara sus temores lo hacia verse más atractivo. – Estuvo bien- concluyo.
Nos dirigimos al estacionamiento. Saco su celular del bolsillo del pantalón.
-¿Es nuevo? – pregunte.
-No, ya es viejito, pero me gusta- me tendió la mano para que lo tomara.
Abrió la puerta del copiloto y subí. Se dirigió hacia el otro lado. Subió, se coloco el cinturón, hice lo mismo, le devolví el celular y salimos del lugar.
2 nov 2009
Oportunidad .:. Final
[Penny]
La primera vez que entro en mí sentí que tocaba el cielo con las manos. Me penetro un par de veces y me llevo a la cama. Creo que me había venido. No pude creer que tan rápido él me haya llevado al éxtasis. Se coloco ante mí y con fuerza entro en mí nuevamente. Estaba totalmente extasiada, ese chico se movía tan bien; miraba mi rostro y me besaba. Yo respiraba entre cortadamente. Sentí una nueva oleada de placer y me aferre a su espalda. Susurro mi nombre al oído. No logre contestarle ya que grite de placer, de nuevo sentí un orgasmo. Solté un grito y él me penetraba con más fuerza. Seguramente mis gemidos lo excitaban. Abrace su cuerpo con mis piernas y brazos. Entraba en mí con mayor vigor que antes. Cada vez que lo sentía dentro despertaba en mí el mayor de los placeres. Percibí que llegaba y lo tome con fuerza de los brazos. Mi cuerpo se preparaba para sentir una nueva sensación de éxtasis. Grite y me desplome en la cama agitada.
¡Dios! Este tipo me hacia sentir cosas que jamás podré describir. Su anatomía desnuda y sudada era realmente ardiente. Quería que él disfrutara de mí, tanto como yo de él. Lo tome del rostro y tan solo con la mirada le hice saber que quería que llegara. Sonrío y beso mis pechos. Sentir sus labios en mi cuerpo era como sentir que electricidad corría a través de mí. Gruño mi nombre y sentí algo tibio dentro, supe que se había venido. Callo ante mí, respirando agitadamente. Le acariciaba el brazo y el cabello que tanto me gustaba. Nuestra respiración empezaba a normalizarse, dejando que el calor de su ser me envolviera.
Había pasado ya algo de tiempo, tenía los ojos cerrados. Recordaba todo lo que habíamos hecho y sonreía como una tonta.
Por fin abrí mis ojos y lo mire. No quería despejarme de él, lo deseaba tanto. Quería volver a hacerlo mío. Imagine como lo haría y el simple hecho de pensarlo hizo que se me hiciera agua la boca. Toque su ingle, quería que supiera que lo quería otra vez en mi, así que lentamente subí la mano hasta su corazón. Le di la espalda para tomar otro condón. Lo tenía en mi poder y no quería que se fuera. Comencé a tocarlo, lo acariciaba y besaba al mismo tiempo. Tomo con fuerza las sabanas de la cama. Gruñía por lo bajo. Agarro mi mano y me hizo ponerme arriba de él. Le puse la protección a su ya duro miembro. Estaba lista para tenerlo dentro. Entraba poco a poco, mientras me tomaba de las caderas. Era dueña de la situación. Subió sus manos recorriendo mi estomago hasta mis pechos y los acariciaba. Subía y bajaba mi cuerpo y sentía que pronto tocaría mi punto máximo. Sus manos acariciaban mi cuerpo, me hacían gemir de placer. Estaba gozando como nunca antes.
Sucedió… Grite su nombre y lo tomaba con fuerza del pecho. Disfrute tanto teniendo las riendas. Lo volvería hacer estaba segura. Baje de él y lo abrace con fuerza. No quería que terminara aquel delicioso encuentro. Pero pronto llegaría mi madre y desafortunadamente él tendría que partir. Me acerque más y me aferre a ese precioso momento. Nos besamos de nuevo.
Ya en la sala, algo despeinados y cruzando miradas cómplices cada vez que mi madre nos preguntaba que habíamos hecho toda la tarde. Seguro que si le contábamos me desheredaba.
La primera vez que entro en mí sentí que tocaba el cielo con las manos. Me penetro un par de veces y me llevo a la cama. Creo que me había venido. No pude creer que tan rápido él me haya llevado al éxtasis. Se coloco ante mí y con fuerza entro en mí nuevamente. Estaba totalmente extasiada, ese chico se movía tan bien; miraba mi rostro y me besaba. Yo respiraba entre cortadamente. Sentí una nueva oleada de placer y me aferre a su espalda. Susurro mi nombre al oído. No logre contestarle ya que grite de placer, de nuevo sentí un orgasmo. Solté un grito y él me penetraba con más fuerza. Seguramente mis gemidos lo excitaban. Abrace su cuerpo con mis piernas y brazos. Entraba en mí con mayor vigor que antes. Cada vez que lo sentía dentro despertaba en mí el mayor de los placeres. Percibí que llegaba y lo tome con fuerza de los brazos. Mi cuerpo se preparaba para sentir una nueva sensación de éxtasis. Grite y me desplome en la cama agitada.
¡Dios! Este tipo me hacia sentir cosas que jamás podré describir. Su anatomía desnuda y sudada era realmente ardiente. Quería que él disfrutara de mí, tanto como yo de él. Lo tome del rostro y tan solo con la mirada le hice saber que quería que llegara. Sonrío y beso mis pechos. Sentir sus labios en mi cuerpo era como sentir que electricidad corría a través de mí. Gruño mi nombre y sentí algo tibio dentro, supe que se había venido. Callo ante mí, respirando agitadamente. Le acariciaba el brazo y el cabello que tanto me gustaba. Nuestra respiración empezaba a normalizarse, dejando que el calor de su ser me envolviera.
Había pasado ya algo de tiempo, tenía los ojos cerrados. Recordaba todo lo que habíamos hecho y sonreía como una tonta.
Por fin abrí mis ojos y lo mire. No quería despejarme de él, lo deseaba tanto. Quería volver a hacerlo mío. Imagine como lo haría y el simple hecho de pensarlo hizo que se me hiciera agua la boca. Toque su ingle, quería que supiera que lo quería otra vez en mi, así que lentamente subí la mano hasta su corazón. Le di la espalda para tomar otro condón. Lo tenía en mi poder y no quería que se fuera. Comencé a tocarlo, lo acariciaba y besaba al mismo tiempo. Tomo con fuerza las sabanas de la cama. Gruñía por lo bajo. Agarro mi mano y me hizo ponerme arriba de él. Le puse la protección a su ya duro miembro. Estaba lista para tenerlo dentro. Entraba poco a poco, mientras me tomaba de las caderas. Era dueña de la situación. Subió sus manos recorriendo mi estomago hasta mis pechos y los acariciaba. Subía y bajaba mi cuerpo y sentía que pronto tocaría mi punto máximo. Sus manos acariciaban mi cuerpo, me hacían gemir de placer. Estaba gozando como nunca antes.
Sucedió… Grite su nombre y lo tomaba con fuerza del pecho. Disfrute tanto teniendo las riendas. Lo volvería hacer estaba segura. Baje de él y lo abrace con fuerza. No quería que terminara aquel delicioso encuentro. Pero pronto llegaría mi madre y desafortunadamente él tendría que partir. Me acerque más y me aferre a ese precioso momento. Nos besamos de nuevo.
Ya en la sala, algo despeinados y cruzando miradas cómplices cada vez que mi madre nos preguntaba que habíamos hecho toda la tarde. Seguro que si le contábamos me desheredaba.
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