[Penny]
Ahí estaba parado frente a mí. Sentí como su mirada pasaba por todo mi cuerpo. Aproveche esos segundos para mirarlo también. Su cabello despeinado lucia igual de sensual. Su mirada depravada me encendió. Su pecho desnudo era excitante y esos boxer pegados a su cuerpo eran mi perdición. Parecía que él también se estaba excitando. Pero no se movía de ahí.
Mi cerebro ahora funcionaba lento. No sabia que demonios hacer. ¿Gritar para que se fuera? No. Lo deseaba tanto. ¿Jalarlo hacia dentro conmigo? Sí, esa era una mejor opción. Y la que seguro haría.
Lo tome de la mano y lo metí a la ducha conmigo. Atraje su rostro, no puso resistencia. De pronto… me beso. Lo hizo con tanta fuerza que choque con la pared. Acercaba su cuerpo al mío con una desesperación casi como la mía. Que el agua resbalara sobre nosotros hacia aquello más emocionante. Mordía mis labios y mi lengua… eso me hacia sentir mareada. ¡Oh! Me faltaba el aire… Me separe un poco para respirar.
-¡Diablos! Penny, perdóname, perdóname en serio, soy un idiota. No debí… es que yo solo… tenia… es que tu eres… - soltó tantas disculpas que me aturdió. Así que para callarlo puse mi dedo índice en su boca.
-Shh- y comencé a besarlo de nuevo. Me besaba como si no hubiera un mañana, pero de vez en vez recurría a los besos fuera de su boca para recobrar el aliento. Le besaba el cuello, el lóbulo de las orejas… Acariciaba mi cuerpo, al tiempo que lo besaba y gemía…
Se enfriaba el agua. Pare de besarlo y le dije al oído:
-¿Quieres ir a mi recamara? – lo bese en el cuello.
-Yo…- balbuceo, pero no dejaba que me separará de él. –Me encantaría - dijo al fin.
Cerró las llaves. Envolvió mi cuerpo con una toalla y beso mis mejillas.
En silencio secamos nuestros cuerpos. Nos dirigimos a mi cuarto. Mi cama individual era perfecta para lo que tenia en mente. Como todo un caballero me permitió entrar primero. Le sonreí. No aguantaba más. Nuevamente tome su rostro y parada sobre las puntas de mis pies lo bese. Las toallas de ambos cayeron al suelo. Supongo que fue en la ducha que se quito lo último de ropa que traía. Lo avente hacia la cama. Estaba completamente loca por pertenecerle. Estire una mano hacia el cajón de mi mesita de noche. Saque una cajita de metal en la que guardaba “gorritos para la fiesta”. Iba abrirlo cuando tomo mi mano…
[Gabe]
Me estaba dejando llevar por la locura, de eso estaba seguro. Aunque eso no me importaba demasiado, me besaba y me hacia sentir en el paraíso. El agua mojando nuestros cuerpos hacia que mi interior ardiera. Pero entonces, ella dejo de besarme. Por un instante no supe que demonios hacer ni que decir. No quería que ella me odiara. No, no ahora que finalmente la tenia en mis brazos.
-¡Diablos! Penny, perdóname, perdóname en serio, soy un idiota. No debí… es que yo solo… tenia… es que tu eres…- las palabras que emanaban de mi boca eran estúpidas, sin sentido. ¿Qué más podría decirle? “Hey Penny. Deseaba tanto estar contigo, que aquí me tienes. Tú y yo, solos en la ducha” no, ni pensarlo, seguro que ahora si gritaba y nunca más volvería a verla. Puso su dedo índice en mi boca. – Shh -. Comenzó a besarme de nuevo. Aquellas tonterías que pasaron por mi mente se esfumaron con a misma velocidad con la que llegaron. No me detestaba. Al menos me besaba y no me torturaría con su desprecio. ¡Dios! Sentir sus labios en mi cuello, era mil veces mejor que… ¡Oh! Esos labios suaves en mis oídos, creo que estoy en el paraíso…
-¿Quieres ir a mi recamara? – beso mi cuello. Regrese a tierra firme, cuando dejo de besarme.
-Yo…- no asimilaba el sentido de aquellas palabras susurradas en mi oreja. Después de esa sesión de besos, ¿quien pensaría con agilidad? – Me encantaría – hable por fin. Me cerebro funcionaba de nuevo.
Imagino que comenzó a sentir frío, pues cuando volví de mi viaje, sentí el agua algo fría. Cerré las llaves. Tome una toalla y la envolví con ella, deseando poder ser esa toalla para tocar su cuerpo, de arriba a bajo. Me conforme con volver a tocar la piel de mi ángel al besarle las mejillas. Secaba mi cuerpo con una toalla. Me deshice de mis boxer ahora mojados. Enrolle la toalla en mi cintura.
Caminamos hacia su cuarto. Ella entro primero. Seria descortés entrar a un lugar que no me pertenecía. Me brindo una sonrisa. Entre. Tomo mi rostro y me beso. Las toallas cayeron al suelo. Podía sentir el deseo que crecía más y más debajo de mi ombligo.
Me arrojo a su cama. Muy cómoda por cierto. ¿Cómo podía pensar en eso? Tenía a mi ángel desnudo encima. Se inclino hacia un cajón de su mesa de noche y tomo de una pequeña caja una bolsita de plástico. En el acto supe de que se trataba y a donde llegaría todo aquello. No negare que mi primera intención fue hacerla mía; hacerla gritar de placer. Pero, algo muy en el fondo sabia que no era la mejor manera. Nos deseábamos estaba seguro de eso. En realidad tenía miedo. Y si todo terminaba mal y si no me necesitaba como yo a ella. Que tal sino cumplía sus expectativas o si su madre entraba por aquella puerta y le prohibía verme. Todas eran estupideces lo se. Tome su mano, estaba a punto de abrir el paquete.
Su rostro pasó de la sorpresa a la tristeza a la velocidad de la luz. Quizá fuera enojo lo que sus ojos mostraban. Bajo de encima y tomo su pijama. Se vistió con rapidez. Seguía ahí tendido en su cama, sin saber que hacer. Pasaron unos minutos, ella aun me daba la espalda. Me levante y salí por mi ropa. Rápidamente me vestí y volví a su cuarto. La vi sentada en su cama con la cabeza agachada. Sabía bien que la había lastimado. Me hinque frente a ella.
-Penny…- no sabia que decirle. “Te deseo tanto, pero tu madre me da miedo. Quizá otro día venga, te lleve a mi casa y te haga el amor”. Neh. Seguro que me patearía las bolas. Acaricie su cabello, me arme de valor y pase mi mano por sus mejillas. Imagine que estarían húmedas pero no era así. Volvió sus ojos a mi rostro. Si su mirada fuera rayo láser, ya estaría frito.
-Entonces iremos a patinar.- dijo con la misma voz amable de siempre.
-Si, bueno, yo…- eso me había dado directo en la cara. ¿No me pediría una explicación por haberla… por lo qué paso? Hubiera preferido que explotara, que me gritara cuan idiota era. Sin embargo su comentario me dio en lo más bajo de mi ser…
26 oct 2009
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