25 may 2010

Una Tierna Caricia


¿Qué chica en el mundo busca un hombre atractivo, atento, cariñoso? Todas. Pero Veronica no solo buscaba eso. Un cuerpo bien dotado, pecho musculoso, como tablilla de chocolate, labios suculentos y apetitosos, mirada profunda, que sea fuerte y con hambre de amar.

De amar a cualquier hora y en cualquier lugar. Amar sin restricciones, límites, miedos… Ser capaz de amarla y en un beso llevarla al cielo, en una simple caricia tocar lo más profundo de su ser. Inventar día a día una nueva mirada, aquella que sea capaz de robarle el alma; una nueva sonrisa, que sea capaz de iluminar su cuerpo aun en la oscuridad; una nueva caricia, que llene de calor y electricidad cada poro de su ser.

Una noche, sin ser esperado, ese hombre cruzo el camino de Veronica, una mujer tierna, alegre y cariñosa. Sus miradas se mantuvieron en contacto quien sabe cuanto tiempo. Tiempo que transcurrió lento y que término por unirlos de una manera silenciosa y poderosa.

Sin querer ni poder evitarlo, se fusionaron en un beso lleno de fuego. Las manos de ambos actuaban como si tuvieran vida propia.

Las de él, bajaron desde su nuca acariciando su espalda y enredándose en su cadera para acercarla mas a su cuerpo, sentirla, olerla, amarla.

Las de ella, rodearon su cuello y sus dedos acariciaron su nuca y cabello. Miles de cosquillas sentían por cada rincón. La lengua de él la hacia desfallecer. Temio caerse de rodillas, cuando él mordía sus labios, los fuertes brazos de ese hombre la ciñeron más a su cuerpo. Veronica sentía palpitando y creciendo dolorosamente la hombría de su ahora mayor tesoro. Gimió al tiempo que él se restregó en sus muslos femeninos. Reiría como idiota de no ser porque sus labios no se despegaban de los suyos y porque sus brazos musculosos la ataban a su cuerpo.

Nadie la hacia sentir de aquella maneta. Como si miles de lenguas de fuego pasaran saboreándola, y menos por un beso. No era un beso cualquiera, era un BESO, uno que los unía en formas indescriptibles.

El sabor de él la embriagaba. No existía nombre para lo que sucedía en aquella solitaria acera. El viento alborotaba el cabello suelto de Veronica, provocando en él un mayor placer. No entendía bien que pasaba, pero poco le importaba saberlo. Lo único que le interesaba era hacerla gritar de placer, hundirse en ella, gemir entre sus muslos suaves, deslizar su lengua por todo su cuerpo, moverse frenéticamente entre sus brazos, escucharla jadeante pidiendo por más, probar su sabor después de amarla sin frenos, sin limites, como si no hubiera un mañana.

La sangre de él comenzó a acumularse en una parte específica de su cuerpo, ella podía sentirlo en su vientre. Su cuerpo temblaba por cada roce, la temperatura se elevo enrojeciendo sus orejas.

Si la mano de él le tocaba la cintura su entre pierna se humedecía, un dolor ardiente y sumamente delicioso comenzaba en su centro.

No había tiempo que perder. O la poseía ahora o el mundo se acabaría. Estaba lista para él y él para ella. No había duda del mutuo deseo.

Por unos segundos se miraron, intentando acariciar su alma con esa mirada. Él torció su boca seductoramente, enrojeciendo más a Veronica. Relamió sus labios bajando la mirada a su boca entre abierta y deliciosa.

Sin perder un minuto más, tomo su calida mano. Si esperaba más, su cuerpo explotaría y quería explotar en ella.

El mismo paraíso, entre sudor, jadeos y gemidos… Su próximo destino.




*Esta fue una historia hecha para una de mis amigas en su cumple ^^

1 comentario:

RooCh .... (Yop) dijo...

Se puede decir que voy a repetir lo mismo de siempre pero es que uf!! amo como escribis.. no me alcanzan las palabras para describirte cuanto me fascina Beu tus relatos son asombrosos...

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