8 jun 2010

Arderemos en el Infierno

Mientras que las manos de él recorrían el cuerpo moreno de Selene, ella gemía de placer. Muchas veces se habían escapado de la mirada curiosa de la gente para mostrarse su profunda necesidad uno del otro. Pero esta vez habían pasado el límite.

-Dime cuanto me deseas… - jadeaba Selene. Tomando el rostro de Ramón entre sus pequeñas manos.
-Te deseo más que al mismo aire –contestaba él, seductor.
Ella sonreía con suficiencia y lo besaba como si no hubiera un mañana. Sus lenguas bailaban frenéticas, parecía que jamás se cansarían de tocarse, de darse placer.

Ella empezó a desnudarse lentamente ante la mirada de lujuria de él. Comenzó por los botones de su blusita lila. Las manos de él casi por costumbre se aferraban a la cadera de ella, apretándola, masajeándola, provocándola.

Una vez que se deshizo de su blusa, su sostén salto a la vista, él la devoro con la mirada, extasiado de su moreno cuerpo. Recorrió los lados del torso de ella. Selene sentía las manos ardientes de él por su cuerpo y estuvo a punto de gritar, cuando por fin sus masculinas manos llegaron a sus senos, que aun siendo pequeños satisfacían completamente el hambre que él sentía por ella.

Sus manos grandes masajearon sus pechos por encima del encaje del sostén. Ella echo la cabeza para atrás, poso sus manos sobre sus piernas duras y firmes. Dejo que él se saciara de ella, sus labios probaron la piel que el sostén no cubría, su lengua bajo un poco más… y sus manos sabias quitaron el encaje que envolvía sus senos. Miro con fuego en los ojos esos firmes pezones. Y sonrío como poseso.

Sin previo aviso mordisqueo las cimas de ellos, Selene no pudo más y grito. La mano de él fue directo a la boca de ella. No querían ser descubiertos antes de llegar al paraíso.

-Shh, no queremos que nos descubran ¿o si? –alzo una ceja.

Selene negó con la cabeza y pícaramente lamió los dedos largos de esa mano que cubría su boca. Él gruño ante tal acto y sonrío. Selene siempre lograba sorprenderlo.
Subió la falda de Selene que inteligentemente portaba esa tarde, acaricio sus piernas y llego a su ropa interior. No podía perder el tiempo, su erección ya lastimaba por debajo de esos jeans. La próxima vez traería unos más holgados.

Ella mordió su labio inferior, cuando sus dedos empezaron a tocarla aun por encima de sus bragas.
-No puedes estar más húmeda, ¿cierto? – él torció la boca. Le encantaba verla así de entregada a sus caricias.
-Sigue y cierra la boca – ordeno Selene.
-Como digas…

Continúo con las caricias. Hizo a un lado su ropa y sus dedos tocaron la piel caliente de entre sus piernas. Selene se aferro a sus hombros. Sus dedos curiosos acariciaron sus pliegues y el botón duro que palpitaba impaciente por sus caricias.

-Es suficiente, no aguanto más –dijo él con voz ronca.

Hizo que Selene se pusiera de pie, ella se deshizo de lo último de ropa que tenia. Pero antes de sentarse de nuevo a horcajadas sobre él, sus manos pasaron por su cuerpo. Haciendo que él maldijera por lo bajo al llegar sus manos al bulto de su ingle.

Selene sonrío y desabrocho sus jeans, su enorme erección salia a saludar. Desesperada por tenerlo dentro, ella se sentó sobre él, lo acaricio un poco, mientras los ojos de él negros de excitación contemplaban el acto.

-No grites –le dijo él con voz pastosa.
-No prometeo nada –Dijo ella.
Era imposible no gritar ante el placer que él le daba. Simplemente era desbordante la pasión de él hacia ella.

Guío su dureza hasta su intimidad y lento muy lento lo introdujo en ella. Selene mordió su labio inferior en un intento de no maldecir a los Dioses del Universo.
Poco le importo a él y gruño.

Cuando lo tuvo totalmente unido a ella. Los movimientos en círculos de parte de Selene no se hicieron esperar…

Él la besaba con tanto sabor que estaba a punto de desmayarse. La tomo de las caderas y la subía y bajaba, uniéndose a ella. Las manos de él bajaron a la unión de sus cuerpos, estimulando su centro húmedo.

Lo bueno fue que no prometió nada… y grito con todas sus fuerzas cuando el orgasmo la derribo sobre el cuerpo de él. Jadeante él se unió a ella segundos después. Mordió sus hombros, pero no pudo sofocar el placer que le daba tenerla entre sus brazos, estar entre sus piernas, entre sus muslos calientes y tersos.

Momentos antes, las caricias por debajo de la mesa de casa de la madre de él, los calentó de más y como quien no quiere la cosa, Selene se deslizo al baño de arriba seguida minutos después por él, que sonriendo entro a la habitación. Una vez más asegurando su pase directo al Infierno…



*Historia hecha para una de mis amigas en su cumple ^^

2 comentarios:

Á. L. Koré dijo...

oh me ha gustado, sí, me ha dejado sinpalabras. eres genial.

Á. L. Koré dijo...

oh me ha gustado, sí, me ha dejado sinpalabras. eres genial.

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