24 feb 2011

Mi esperanza...

¿Se aprende acaso, a ser una completa estúpida?

No lo creo, no se aprende a ser así, simplemente una ya es así. Y no digo que todas lo seamos. Porque… conozco pocas personas que lo son.

No puedo evitar las lágrimas ahora. Es como si ese sentimiento de desasosiego se apoderara de mi cuerpo. Como si fuera más fuerte que yo. Y es más fuerte incluso que mi jodida razón. Decir no es algo muy duro para mí, como decirle que no a aquello que más anhelas en el mundo. ¿Cómo? No puedo, o quizá no quiero. Sí, es eso. El no poder y el no querer son diferentes.

¿Pero acaso es mucho pedir…? Pedir un poco de amor, de comprensión, de pasión. No creo que sea mucho pedir. Es difícil darlo, muy difícil, porque saber que no recibirás nada de lo que tú des a cambio. Nada.

Mi pesimismo ensombrece mis letras. Mi soledad abraza mis noches. Mi dolor presiona mi pecho. El frio de mi existencia hace notar el aire que se escapa de mis suspiros. Odio esa sensación. Esa sensación de no obtener lo que deseas. Esa sensación de estar incompleta.

¿Se han sentido así? Con las lágrimas nublando su vista, con el corazón hecho nudo en la garganta. Sofocando su llanto mordiendo su lengua, sus labios. Cerrando los ojos con fuerza en un estúpido intento de sofocar y de detener su llanto. Mirando el vacío de sus vidas con un simple “Ya pasara…”, pero saben de ante mano y por experiencia que eso no se quedara en un “Ya pasara…”, seguirá ahí. Lastimando su pecho, su alma, su ser…

Lastimando ese fiero corazón que se quiere entregar pero que nadie está dispuesto a recibirlo. Ese corazón que late con fuerza cuando cruzan palabra con ese otro ser que los vuelve locos, tontos, estúpidos. Por ese ser que darían todo. Por ese ser… por el que están dispuestos a volar. A desplegar las alas que tanto tiempo estuvieron pegadas a su espalda.

¿Miedo? Sí, mucho. Estoy aterrada. Tiemblo y mi piel se enchina de pensar si quiera en aquello que jamás podrá suceder. En eso que la vida no está dispuesta a darme. Lagrimas… Oh lágrimas, detengan su camino. No crucen el valle de mis mejillas. Muy tarde…

Atrevidas han cruzado mis mejillas infinidad de veces. Logrando así, humedecer por completo mi rostro. Ruedan por mi cuello y se pierden en el algodón de mi ropa. Pero no las olvido, siguen ahí, pegadas a mi dolor, a mis tristezas. Pocas veces han aparecido por felicidad. ¿Acaso les gusta aparecer con mi dolor? Si, supongo que son unas asquerosas malandrinas.

Un suspiro que va con tu nombre, un suspiro que lleva grabada tu voz, un suspiro de esperanza. Dicen que la esperanza muere al último… Pero yo no creo en patrañas. Mi esperanza se ha ido. Se ha ido y no estoy segura de ir por ella.

Morir completa… ese, amigos, es mi destino. Mi esperanza…

1 comentario:

Teles dijo...

Es una reflexión dura y triste pero tan bella Beu...
Todo está siendo un poco loco últimamente, pero espero qe pronto las cosas vuelvan a su sitio.
Un besazo
T.

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