Mi mente nuevamente reprime esos recuerdos. Esos recuerdos que son tuyos, solo tuyos. Oh, dulce beso… ¿O quizá no fue así? Solo juntaste tus labios con los míos con una furia que no tenia nada de pasión, de fuego, de necesidad ni deseo. ¿Qué fue entonces?
¿Solo un beso?
¿Pero que es un beso entonces? Sentir y saborear los labios de la persona que tanto te atrae, que te hace humedecer solo con la mirada…
Mi mente olvida los malos momentos, pero con este tiene un serio problema. Siempre desee que eso pasara, y ahora que paso, no estoy segura de querer recordarlo o peor, repetirlo. Siempre imagine que seria como sentir esas jodidas mariposas en la panza, sentir que el mundo desaparece y que solo estas tu y yo. Pero no, aun podía escuchar sus suaves murmullos a mis espaldas, asegurándose de que siguiéramos ahí, sin engañarlos.
Claro que no fue un engaño para ellos. El engaño fue hacia mí. Se apodero de mi cuerpo como una ráfaga de viento, helándome los huesos y aplastando mis sueños y esperanzas.
Las mariposas se fueron a la mierda. Y aun así… te deseo. Deseo que tu mano se apodere de mi cuerpo, que se apodere de mi cordura y me haga cerrar los ojos con fuerza reprimiendo un gemido que añora salir de mi garganta. Que desea que lo escuches y que eso te provoque aun más. Más que mi mano tímida rodeando tu dureza. Más que mi mano frotando tu extensión. Más que mis dedos pasando por tu punta. Más que mis uñas rasgando tu carne con lujuria. Más de lo que mi boca ansiaba probarte una y otra, y otra vez.
¿Acaso estoy perdiendo la cordura?
Si. Esa es mi única respuesta. Una sola palabra afirmativa para todo este caos que gobierna mi mente. No hay miradas sobre el hombro observando lo que fue y lo que quise que fuera. Solo es lo hay. Y eso, es tan confuso que ahora mismo me pregunto que fue lo que mi cuerpo sintió cuando demandabas mi carne húmeda rodeando tus dedos curiosos.
Tus susurros roncos en mis oídos podían bien mojarme aun más, dándote acceso a mi cuerpo como nunca antes. Al primer toque y yo ya era toda tuya. Tu mano exigente reclamaba mis piernas. Quise evitarlo, créeme. Pero no. Mi lujuria mandaba a esas horas y yo, solo me dejaba llevar como una bolsa de plástico por el viento de otoño. Dejándome elevar por el cielo infinito. Tocarte lo deseaba aun más que el sol por las mañanas.
Tocar tu dureza palpitante fue… Estabas tibio, duro, fuerte. Y aunque mis dedos nerviosos te tocaban con cuidado, lo que más necesitaba eran tus besos por mi cuello, tu lengua probando mi piel, tus manos masajeando mis pechos, salvajes y exigentes. Todo mi cuerpo gritaba tu nombre.
Quería sentirte goteante y jadeante por mi tacto. ¿Lo logre? No lo se. A estas alturas mi mente quiere olvidarlo. Pero… ¿es mi mente realmente la que quiere olvidar? ¿O es mi miedo matutino que se apodera de mi poca cordura?
Oh, cordura. Déjate seducir por los dedos sabios que invaden mi cuerpo, con los suaves gruñidos y risitas. Déjate seducir y deja que me seduzcan también. Mata el miedo y las dudas. Mata todo lo que se interponga entre las mariposas en las tripas y yo.
Quiero esas mariposas ahora. Quiero sentirlas revolotear excitadas cuando sus labios me toquen, cuando su lengua invada mi boca y sus dientes la reclamen. Quiero sentirlas y dejarme seducir por sus aleteos, dejarme seducir por sus labios carnosos invadiendo mis labios, dejarme seducir por sus manos sobre mi cuerpo.
Oh, mariposillas, vengan a mi.
¿Solo un beso?
¿Pero que es un beso entonces? Sentir y saborear los labios de la persona que tanto te atrae, que te hace humedecer solo con la mirada…
Mi mente olvida los malos momentos, pero con este tiene un serio problema. Siempre desee que eso pasara, y ahora que paso, no estoy segura de querer recordarlo o peor, repetirlo. Siempre imagine que seria como sentir esas jodidas mariposas en la panza, sentir que el mundo desaparece y que solo estas tu y yo. Pero no, aun podía escuchar sus suaves murmullos a mis espaldas, asegurándose de que siguiéramos ahí, sin engañarlos.
Claro que no fue un engaño para ellos. El engaño fue hacia mí. Se apodero de mi cuerpo como una ráfaga de viento, helándome los huesos y aplastando mis sueños y esperanzas.
Las mariposas se fueron a la mierda. Y aun así… te deseo. Deseo que tu mano se apodere de mi cuerpo, que se apodere de mi cordura y me haga cerrar los ojos con fuerza reprimiendo un gemido que añora salir de mi garganta. Que desea que lo escuches y que eso te provoque aun más. Más que mi mano tímida rodeando tu dureza. Más que mi mano frotando tu extensión. Más que mis dedos pasando por tu punta. Más que mis uñas rasgando tu carne con lujuria. Más de lo que mi boca ansiaba probarte una y otra, y otra vez.
¿Acaso estoy perdiendo la cordura?
Si. Esa es mi única respuesta. Una sola palabra afirmativa para todo este caos que gobierna mi mente. No hay miradas sobre el hombro observando lo que fue y lo que quise que fuera. Solo es lo hay. Y eso, es tan confuso que ahora mismo me pregunto que fue lo que mi cuerpo sintió cuando demandabas mi carne húmeda rodeando tus dedos curiosos.
Tus susurros roncos en mis oídos podían bien mojarme aun más, dándote acceso a mi cuerpo como nunca antes. Al primer toque y yo ya era toda tuya. Tu mano exigente reclamaba mis piernas. Quise evitarlo, créeme. Pero no. Mi lujuria mandaba a esas horas y yo, solo me dejaba llevar como una bolsa de plástico por el viento de otoño. Dejándome elevar por el cielo infinito. Tocarte lo deseaba aun más que el sol por las mañanas.
Tocar tu dureza palpitante fue… Estabas tibio, duro, fuerte. Y aunque mis dedos nerviosos te tocaban con cuidado, lo que más necesitaba eran tus besos por mi cuello, tu lengua probando mi piel, tus manos masajeando mis pechos, salvajes y exigentes. Todo mi cuerpo gritaba tu nombre.
Quería sentirte goteante y jadeante por mi tacto. ¿Lo logre? No lo se. A estas alturas mi mente quiere olvidarlo. Pero… ¿es mi mente realmente la que quiere olvidar? ¿O es mi miedo matutino que se apodera de mi poca cordura?
Oh, cordura. Déjate seducir por los dedos sabios que invaden mi cuerpo, con los suaves gruñidos y risitas. Déjate seducir y deja que me seduzcan también. Mata el miedo y las dudas. Mata todo lo que se interponga entre las mariposas en las tripas y yo.
Quiero esas mariposas ahora. Quiero sentirlas revolotear excitadas cuando sus labios me toquen, cuando su lengua invada mi boca y sus dientes la reclamen. Quiero sentirlas y dejarme seducir por sus aleteos, dejarme seducir por sus labios carnosos invadiendo mis labios, dejarme seducir por sus manos sobre mi cuerpo.
Oh, mariposillas, vengan a mi.
1 comentario:
Oh Beu! las bolsas de plástico mecidas por el viento de otoño y las jodidas mariposas...
Siempre me quedo con cara de boba cuando te leo y honestamente , no encuentro mejor manera de empezar la semana que con esa terrible sonrisa en los labios.
Te adoro
Un beso
T.
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