15 nov 2010

En cuerpo y alma


Algo más que solo regalos materiales recibiría Carolina esta noche.

Ella no sabia, pero había alguien, al que no había invitado a su fiesta. Si, hoy era su cumpleaños. Importaba poco cuantos cumplía. A una mujer nunca se le pregunta la edad. Pero de eso no hablaremos.

El chico del que hablo, no tiene nombre, pero se que muchas desean estar entre sus brazos, estar debajo o sobre ese musculoso cuerpo. Describirlo seria un pecado. Brazos fuertes, pecho de tableta de chocolate –tentador y lujurioso – ojos profundos y calientes, sonrisa deslumbrante –de esas que te hacen suspirar y decir “Ay que lindo”, pero detrás de esa frase tierna, sabes muy bien, que deseas algo más con esa sonrisa linda. Lo sabes, acéptalo –, su caminar era elegante, sus manos grandes y suaves –que te hacen desearlas por cada pulgada de tu ser.

En conclusión, un Dios. Un Dios de la lujuria.

Carolina o Carito, o Caro, solo para los amigos, caminaba un tanto cansada –debido a sus altos tacones – directo al baño.

Estaba ubicado al fondo de un pasillo en su jardín, esa parte de la casa no estaba iluminada, ya que no salían al jardín para entrar al baño que tenía dos entradas, una desde el jardín y otra desde el interior de la casa.

Delante de ella había un par de chicas, imagino que eran amigas de sus amigos. Así que no les hizo mucho caso. Las chicas continuaron su charla banal, mientras que ella cambiaba de postura para descansar un poco los pies.

De pronto, unas manos grandes le ciñeron la cintura.

-Me encanta tu vestido – le dijo una voz tersa y a la vez profunda. Atrayente. Sexy.

En el acto Carolina sintió como el cuerpo se relajaba y se calentaba. No grito, ni se asusto, el cuerpo pegado detrás de ella era agradable. Las manos la apretaron contra su cuerpo y ella pudo sentir como la entrepierna de ese desconocido chocaba y vibraba contra su cadera. Al parecer era alto, así como a ella le gustaban.

Sonrío mordiendo sus labios. E intento girarse para verlo, pero el hombre no lo permitió, en cambio, ella lo escucho reír con suficiencia en su nuca. Aspiro con lentitud el aroma a jabón de su cabello largo. Quito su cabello, descubriendo el hombro de Carolina, beso y después paso la lengua por esa zona, subiendo hasta el inicio de su oído derecho. Ahí, mordió su lóbulo y beso su nuca.

Carolina se sintió humedecer.

Trago con dificultad. Él aun respirando contra su nuca.
-Soy todo tuyo – le dijo el hombre.
-Lo se – contesto ella.
Las chicas salieron del baño y no se percataron de la presencia de Carolina y su ahora regalo de cumpleaños. Quizá el alcohol corriendo divertido por sus venas las hizo olvidar el tiempo y espacio.

El hombre supo que esta era su oportunidad. Jalo a Carolina al baño y cerro con seguro. Las luces aun estaban apagadas. Y así las dejaría. Le encantaba ver la cremosa piel de ella, llamándolo a tocarla con los rayos tenues de la luna, que entraban por una ventana en lo alto de la pared del baño.

-¿Quién eres? – pregunto ahora con una pizca de miedo en la voz.
-El hombre de tus sueños – respondió descarado y se acerco a ella.

Carolina, por instinto dio un paso atrás. Chocando con el mueble del lavabo. El hombre se acerco más y como si ella no pesara nada, la subió al mueble. Abrió con una sonrisa que ella no pudo ver, sus piernas. El aroma de su sexo lo atraía a ella. El aroma a lujuria lo atraía aun más. El aroma a mujer lo tenía vuelto un loco.

Acaricio las piernas de ella y subió con sus manos la tela del vestido negro que cubría las curvas del pequeño y bien formado cuerpo de Carolina. Ella mordió sus labios en un intento de no gemir, jadear o peor aun, gritar por que la hiciera suya.

El hombre trazo el contorno de los labios de ella con sus dedos. Carolina abrió los labios y mordió perversamente el pulgar del hombre sin rostro.

En el fondo ella sabía que era como en sus sueños. Guapísimo, no mejor aun. Hermoso. Devorable.

El hombre gruño por lo bajo y se aventó a sus labios como un salvaje. Devoro y mordió los labios de ella. Invadió su boca con sus dientes y lengua tan hábilmente que ella tuvo que pedir aire con el corazón agitado, una mano en el pecho de su acompañante y con los labios ardiendo de deseo.

-Eres deliciosa… - le dijo el hombre.
-Tú eres…
-Shh – la callo con el dedo índice sobre sus labios. –No digas nada. Solo siente.

Y esa frase, la mojo más. ¿Sentir? ¿Sentir? Eso decía él, sentir. Y vaya que la hacia sentir…


Carolina se estremeció. El hombre se llevo dos dedos a la boca y los lamió, ella no sabia que pasaba, pero abrió las piernas con ansiedad.

El hombre se pego más a ella y haciendo de lado la tanga que vestía, metió los dedos en ella. Carolina arqueo su espalda por la sorpresa del acto. De inmediato, comenzó a jadear. Él bombeaba con fuerza mientras besaba sus labios, ella suspiraba, lloriqueando por más. Y él gustoso, complaciéndola lo hacia. Más rápido, más lento. Quería comerla y seguro que lo haría.



Lo que paso después. Es cosa de Carolina y el hombre de sus sueños. Mismo que la hizo gritar un sin fin de veces. Ella aun se pregunta como es que no camina con las piernas arqueadas.

Aquel hombre, sin rostro ni nombre, aun es un misterio para ella. ¿Será real? Se pregunta cada día cuando amanece y su lado de la cama esta vacío.
De una cosa si esta segura: él es el hombre de sus sueños y la complace en cuerpo y alma.
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*Regalo para una amiga en su cumple.

2 comentarios:

Ada Parthenopaeus dijo...

Y me dices a mua que pedacito de lemmon..... si hasta yo sufri calor con este realtu....oh Sensei iluminame .... que ecleente escritomi Moris..... te fajaste

Teles dijo...

Madre mía! Beu se me ha atragantado el café!!! diossssss!! Entre Ada y tu me vais a matar!!! Qué chica con suerte esa rockera que cumple años....yeahhhhhhhhhh!!!! I love you girls, a las 3 :-D y los hombres de los sueños!!
Un beso gigante!
T.

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